domingo, 7 de junio de 2015

Posconflicto: El príncipe pobre


Esta semana estuve viendo televisión, esto es algo que no hago frecuentemente a causa de un estigma que le tengo a ese ‘cajón del diablo’ (como en alguna ocasión la llamó un fanático religioso), y que tiene que ver con la carencia de utilidad que a mi parecer sufre este medio. Pero en esta ocasión pude sacarle algo útil y fue que me encontré con un programa de bajo presupuesto, con un formato muy interactivo e interesante, en donde se planteaba un debate sobre el servicio militar obligatorio. Mientras lo veía, mi cabeza comenzó un trabajo analítico que llegó a un montón de conclusiones y de confusiones.


El país está preparándose para lo que llaman ‘El Posconflicto’, una figura que NO existe pero que todos veneramos como posible realidad a futuro y que tiene que ver mucho con las conversaciones de paz que se desarrollan en Cuba. Para admirar este adonis de la fuerza pública, los medios están ejecutando programas - como este que comento- para generar conciencia y despertar opinión.

No fui una excepción a los efectos, ya que como todo hombre colombiano tuve que someterme al proceso que tiene que ver con la definición del servicio militar, que según la Constitución es obligatorio. Mi caso fue simple; me presenté a un Distrito Militar, dije que quería pagar la libreta, me generaron el recibo y efectué mi pago. Más rápido de lo que parece salí de ese problemita. Aunque con mis hermanos y primos no sucedió de la misma manera; a uno de ellos se lo llevaron en un camión por no tener esta libreta -aclaro que fue en contra de su voluntad-, y cuando regresó estaba golpeado y un poco traumado. A un primo se lo llevaron a un monte, tuvo que quedarse allá durante dos años.

Durante el debate salieron muchas premisas interesantes como esta: ‘La guerra nos toca a todos’, y es verdad. Aunque no tuve nunca que  apuntar un fusil, mi familia si fue víctima de organizaciones al margen de la ley que se quedaron con todas sus pertenencias y los sacaron ‘volados’ de tierras antioqueñas. Ya la guerra tocó mi casa. Como esta y hasta más graves, historias hay en cada hogar colombiano.

27.2 billones del presupuesto Nacional anual se invierte en fortalecer las Fuerzas Armadas y no se disminuirá por más pactos de paz o Planes de Ordenamiento Territorial existan, porque como lo dijo el ministro de Defensa, no se reducirá en uno el pie de fuerza.

De esto se habla mientras los docentes del país protestan por miserables sueldos y en los hospitales y clínicas del país se ejecuta el llamado ‘paseo de la muerte’, que tiene que ver mucho con la falta de capacidad  humana, de infraestructura y de tecnología. Mientras los jóvenes que estudian y trabajan tienen que firmar un contrato a muerte con entidades como Icetex para financiar sus estudios, y mientras los componentes nutricionales de los alimentos que el Gobierno regala a los niños en los colegios los enferman.

Si estamos preparándonos para ‘El Posconflicto’; ¿Por qué el servicio militar tiene que continuar siendo obligatorio? ¿Por qué no se invierte más en educación, vivienda, estudio y alimentación que en guerra? ¿Por qué no cambiamos las armas y las conscripciones por arte y jornadas de paz? ¿Por qué la objeción de conciencia no se vuelve una figura con implementaciones radicales y no solo una opción sin peso? Mientras esto pase ‘El Posconflicto’ seguirá siendo el príncipe pobre del país.

Ya luego hablaremos.

Anotación Final: Los jóvenes obligados a prestar el servicio militar hacen parte del núcleo de estratos 1,2 y 3.  

@daveparrado

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