lunes, 20 de abril de 2015

Todas somos Natalia

                                                   “Quiero sanarme de este dolor ayudando a los demás”

Portada del libro El Renacimiento
de Natalia Ponce de León. / Cortesía
El hombre ha convertido a la mujer en su motín de guerra, como salvajes se han tomado la libertad de hostigarnos, perseguirnos, y como en el caso de Natalia, la intención de borrarnos. Han convertido la sexualidad en violencia, la belleza de hacer el amor en abuso, se han encargado de hacernos literalmente sus “peras de boxeo”.

Llevaba esperando el momento para escribir acerca de Natalia, durante mucho tiempo, pero francamente no había tenido el valor de hacerlo, me cuesta mucho, y me he sometido a la tortura de hacerlo solo por hablar con ustedes.

Me cuesta porque al verla he sentido el escozor en mi piel, deliro con mi dermis llenándose de agujeros, ampollas y me veo siendo ella, en la camilla del Simón Bolívar suplicando por mi vida, siento el infierno desatándose en mi propio cuerpo, lentamente me consume…poco a poco me muero. Lo de Natalia, lo siento muy mío, en ella veo a mi madre, a mis tías, mis primas, mis amigas; pudo ser cualquiera, pude haber sido yo. Siento que se han metido conmigo, que me han herido en lo más profundo de mí ser.

Las lágrimas corren por mi rostro al conocer su historia, mi llanto impotente e infantil se lamenta por ella, me pongo en sus zapatos, tomo aire, me duelen las manos y frenéticamente empiezo a sentir punzadas en los brazos, los detalles de las noticias acaban conmigo.

El pasado jueves 17 de abril, en el salón ejecutivo de El Tiempo, Natalia se atrevió a dar una rueda de prensa, exponer su rostro, luego de más de un año del ataque, se dejó observar por cientos de ojos expectantes, morbosos, y sedientos de sensacionalismo, lo hizo valiente y con propósito: ayudar a quienes pasan por la misma situación.

El impacto


En nuestro país de “opinadores” he oído que no es justo que el caso de Ponce de León haya sido más mediático, que porque tiene plata, niña rica, bla bla bla, todo es rosca, en fin. Quiero decirles, que plata o no, es un ser humano, que tenía una vida, que soñaba, y que a pesar del enorme daño que le hicieron, aún siente en su corazón las ganas de ayudar, la sensibilidad que necesita nuestro país.

Pero no sensibilidad temporal, estados de Facebook, o etiquetas en Twitter sobre el último “yo gano más que usted"; según cifras de El Tiempo cada hora seis mujeres son víctimas de algún tipo de violencia, y ¿usted sigue ofendido con el supuesto sobrino de Gaviria? ¿Con el tráfico de la ciudad? ¡Despierte!. El caso de Natalia no es sólo que le lanzaron ácido y ya está, todos somos culpables de que el machismo crezca a niveles tan agresivos como éste, no es suficiente con que la mujeres “ahora puedan trabajar” si tienen un jefe que no las respeta, que las acosa; si los sueldos son más bajos porque no tenemos pene, si encontramos abuso en el transporte público que no tienen castigo, porque “no hay ley que lo castigue”.

La violación sexual, la tentativa de homicidio por violencia doméstica, o agresión  con ácido, son el odio hacia la mujer en su máxima expresión, pero todos los días contribuimos con pequeñas dosis de “micromachismos” a que siga creciendo.

Entre mujeres inclusive: la crítica destructiva, los chismes malintencionados, la actividad sexual con diversas parejas, el lesbianismo, la forma en que se viste, su voz, que por coqueta.  Como mujeres tenemos que empezar a cambiar esa forma de pensar, obtener independencia económica, terminar una carrera o varias, viajar, conocer hombres, educar a nuestros hijos sin prejuicios y entender que ella no es “la que se quedó sin rostro” ella es la que lucha, igual que una madre soltera, una víctima de abuso sexual, una adolescente con sobrepeso, Todas somos Natalia.

El renacimiento de Natalia Ponce de León, un recorrido para vencer la barbarie, escrito por Martha Soto detalla el proceso de recuperación de ella, dejando claro que aquel quién intentó borrarla fracasó con creces, y no solo fracasó, sino que despertó una guerrera que después de renacer de las cenizas se ha levantado para alzar su voz y demostrar su fuerza, la fuerza que todas las mujeres llevan dentro.

Por: Amira Villalba
@Amiradoxa 

1 comentario:

  1. Efectivamente, todas somos Natalia. Todas posibles víctimas, todas culpables de no denunciar, de callar ante hechos tan aberrantes como éste y tantos otros que diariamente escuchamos. Ella es muestra de una gran fuerza, es capaz de renacer de las cenizas, ayuda a quienes padecen lo mismo y perdonar a quien la dejó marcada para siempre y le cambió la vida. Bien por ella, muy bien, que sea de ejemplo para la sociedad en general.

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