
La realización de marchas,
plantones y paro de actividades se ha convertido en una de las pocas
estrategias que tienen diferentes grupos sociales y trabajadores para crear un
puente de comunicación entre sus representantes y el Gobierno Nacional, con el
fin de ser escuchadas sus preocupaciones, sus malas condiciones laborales, o
simplemente y aunque no debería ser correcto, pero muy común, la solicitud al
cumplimiento de parte de sus derechos, que por el hecho de ser ciudadanos
colombianos hemos heredado, fruto de la lucha por años de héroes en el
transcurso de la sangrienta historia de nuestro país.
Los educadores a nivel
nacional emprendieron de manera pacífica una batalla a través de un paro de
actividades, con la movilización por las calles como su única herramienta,
esperando ser escuchada una realidad, que si bien es cierto, las malas
condiciones laborales y una salud deficiente, es el común denominador de muchos
ciudadanos a nivel nacional y para el caso de los Maestros, afecta de manera
directa en la calidad de la educación.
El magisterio colombiano
dio un ejemplo de unión y fortaleza en las calles de las principales ciudades
del país, desde hace mucho tiempo no se apreciaba de manera masiva la numerosa
participación de los docentes que lograron captar la atención de los medios de
comunicación. Por primera vez, hubo preocupación por indagar las condiciones
laborales de los Educadores en Colombia, sin duda, la ganancia de este proceso
de movilización fue la visibilidad y comprensión por parte de los ciudadanos de
lo difícil que suele ser en Colombia y América Latina ejercer la profesión
docente, en una parte del continente en la cual, la inversión para la guerra
resulta mayor que la educación.
El acuerdo no generó
agrado para los maestros, la esperanza de sus marchas terminó en inconformismo,
gracias a los acuerdos finales entre sus representantes y el gobierno nacional.
Un 12% de nivelación salarial dividido en 6 años y el cambio de la evaluación
escrita para ascenso en el escalafón docente, por una evaluación diagnostica
realizada por un equipo interdisciplinar, dónde los criterios para su ejecución
al momento de realizar el acuerdo no quedaron estipulados, dejando en mano al
Estado poner las normas e incrementando el temor de los maestros que aspiran
elevar su salario, hacen parte de los puntos álgidos.
Sin duda, las partes
tendrían que coincidir en acuerdos para levantar el paro, lo más seguro es que
la negociación no solucione las problemáticas del magisterio de raíz; lejos
estamos que el Estado establezca un salario coherente al nivel de importancia
social que significa la labor docente, a kilómetros de lograr la prestación de
un servicio de salud pertinente y conservador del derecho a la vida, hay que
reconocer con dolor, que es pésimo para la mayoría de maestros, Ingenieros,
pensionados, y todos los gremios trabajadores a nivel nacional.
Tampoco será pronto el día
que el estado y la sociedad reconozca que la educación es la única herramienta
que tenemos para alcanzar todos los anhelos individuales y sociales, el
mecanismo más seguro y letal para lograr la paz en un país lleno de conflicto,
y lo más importante, su calidad se alcanza cuando se entienda la importancia de
la familia como la primera escuela de todo ser humano, como el único lugar para
la formación en valores y hábitos de estudio y se deje de concebir el colegio como el único responsable de la formación de un estudiante, porque hemos llegado al extremo
de encontrar familias que dimensionan el aula de clase como una guardería donde
se cuidan niños, mientras tienen que trabajar largas jornadas para poder vivir,
aliados con un estado que ampliando la cobertura logra aglomerar de 40 a 50
estudiantes en un aula por docente.
Sin duda los Maestros viven en “Jaque Mate permanente” luchando contra un sistema educativo que está diseñado para conservar los altos niveles de mediocridad nacional, un país donde el único responsable de formar nuevas generaciones, es el docente.
Por: Lewman Carrillo
@lewmancarrillo
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