miércoles, 6 de mayo de 2015

Lo que grita un periodista, lo que callan los demás


El trabajo del periodista en Colombia se ha visto marcado por la violencia, esto a causa de expresar la verdad en la información que se transmite.

Para nadie es un secreto que existen medios oficialistas y de oposición, ambos con un manejo de la información diferente. En el caso del oficialismo, sometido a ordenanzas del Gobierno de turno; y en el caso de la oposición, situado en una línea peligrosa y delgada que pone en riesgo la integridad del profesional.

La libertad y la información son derechos humanos, pero en Colombia existe la particularidad de querer callar las voces libres que son usadas como un arma de defensa en contra de la violación a estos derechos, la injusticia y la desigualdad en el trato. A pesar de que el Ministerio del Interior tiene la responsabilidad de brindarles garantías de protección a los periodistas amenazados, cuando se quiere exigir este derecho, dichas garantías se ven limitadas al tener que pasar procesos largos y tediosos. En el caso del exilio, existe la contraindicación que expone el periodista José Francisco Rivera cuando estuvo en Chile de exilio, a quien le tocó vivir en condiciones deplorables y sin opciones de trabajo.

Podemos identificar algunos elementos que causan tensión en la función periodística. Por ejemplo: factor vital, el cual hace referencia a asumir  la profesión como un estilo de vida, donde no hay cabida para otra actividad. El factor competencial, se refiere a la capacidad, las habilidades y destrezas que debe adoptar el individuo que ansíe ejercer profesionalmente. Y finalmente el factor político, en donde los medios influyen notablemente en la práctica periodística y en la repercusión social que esta tiene.

Cabe resaltar que la actividad de un periodista requiere de una gran responsabilidad. El poder entender que se tiene preponderancia sobre la información, la obligación de sacar a la luz la información que yace en la lobreguez, y encontrar el balance que le permita calificar como ‘bueno’ a su trabajo; son motivos de agresión y causales para convertirse en objetivo militar. Hago mención del caso de la periodista Jineth Bedoya, quien fue secuestrada y abusada por el paramilitarismo en la búsqueda de respuestas en casos de violencia sexual contra la mujer en la guerra. En nuestro país el investigar genera un castigo.

La sociedad debería ser consciente de esta labor y entregarle el valor que se merece. Debería decirle NO a la sección ‘El periodista soy yo’ del Canal Caracol.

El uso tarjeta profesional no pude ser una discusión alrededor de la libertad de expresión porque el derecho es de todos, pero la ética, estrategia, y formación son solamente de los que estudiaronUn mensaje para la Corte Constitucional: ¡Que les devuelvan la tarjeta! 
Así podría continuar, mostrándole a usted varios ejemplos de la realidad de esta bella profesión que trabaja en función social y que debería laborar con formación profesional, no de oficio. Realidades e injusticias que solamente los periodistas atraviesan.

Respeto y garantías. Es todo lo que se pide.

Por: David Parrado
@daveparrado

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