Quien escribe esto es una
persona muy joven, de 22 años. Falto de vivencias, conocimientos,
interpretaciones. Que hasta el momento está tomando el cincel para esculpir su
vida. Ignorante, temeroso, escéptico, inconforme, pretencioso y hasta
caprichoso. Absurdo en gran parte de sus
pensamientos e incorrecto en su actuar.
Quien escribe esto ha tenido
que vivir, a su edad, lo que para muchos puede durar toda una vida. Ha tenido
que encontrarse y perderse. Ha tenido que llorar, fingir que no lo hace y
definitivamente no hacerlo. Y todo esto sumergido en el impredecible reloj del
tiempo que siempre va en reversa y que ya suma 22. Cada día más cerca de
cambiar el gesto, andar con los pies por delante y moverse directo al cementerio.
Quien escribe esto padece
trastornos de personalidad, sueño, ansiedad y depresión. Se ha contagiado del
negativo mundo y su mal ejemplo. Ha recorrido y remarcado la línea del tiempo
que le regaló dichas de plástico y alegrías de papel, dolores de venas, penas
enlatadas, bocadillos de amargura y trozos de muerte. Quien escribe esto no sabe
por qué lo hace.
Quien escribe es puro y
usted puede discernir las mentiras de su alma con solo mirar sus ojos, si toca sus manos notará la suavidad de un costal de boxeo que ya ha sido muy golpeado y
que es hora de cambiarlo. Entenderá que lo desarma con un abrazo y lo vuelve a armar con una promesa. Quien escribe esto tiene derecho a cambiar, a EMPEZAR
DE NUEVO.
Porque todos en la vida
hemos empezado de nuevo de maneras incontables, correcta e incorrectamente. Y
es un milagro, como cuando el hombre pudo llegar a la frágil luna, en
donde conocieron el peso de sus pisadas, que entre más fuerte, más alto los llevaba.
Saben que si esta vez va a ser una más, será firme, con decisión, con amor y
sobretodo con el deseo de ser su mejor versión.
Mi derecho a empezar de
nuevo también es el suyo. Que no se olvide
Gracias
@Daveparrado
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