
Pero ahora ya no es así, porque se ha implementado una idea que
tiene una premisa como esta: “Acá cometemos errores, pero cada vez menos”;
entonces errar ahora es definitivo porque pondrá en juego el futuro y la
estabilidad, si usted cometió un error y estudió una carrera que no era la
correcta, la sociedad le va a recriminar y recordar que el mundo cada vez
es más competitivo como para estar perdiendo el tiempo “explorando”
universidades. Ahora bien, si usted escogió algo para lo que tiene vocación
como la música o las artes, también está cometiendo un error porque no es una
persona competitiva para el mercado y la ejecución de esa labor no le va a dar
ni para comprar una casa, pues de música y artes nadie vive, solo de
computadores, relaciones empresariales y vestidos de lujo.
A la premisa de arriba se le suma esta: “si no produces dinero, no
eres nadie”, entonces ahora todos necesitan dinero, porque sin este ya nadie te
querrá ver, porque hay que olvidarse de conseguir pareja si no se tiene trabajo
y de salir un fin de semana si en la cuenta no hay un solo peso. Esta necesidad
inmediata de recursos en un país desigual como en el que vivimos lleva a la
delincuencia y a la búsqueda de plata fácil que alimentan un montón de
monstruos. Los ‘pelaos’ no se sienten capaces de emprender un proyecto, primero
porque nadie les enseñó cómo empezarlo, y segundo porque a nadie le interesa,
como dicen por ahí ‘ya todo está hecho’.
Dejamos de lado lo que realmente importa y es esa bandera de la
constitución americana: ‘La búsqueda de la felicidad’, porque cada vez en estas
nuevas generaciones lo que realmente importa de un joven ha querido ser callado
por un sistema, expresar emociones no es ‘cool’, saludar cuando se llega y
despedirse cuando se va tampóco, si usted quiere hablar de sus sentimientos con
alguien se ha ganado etiquetas de ‘flor’, ‘loco’, ‘inestable’ y ‘carretazo’; si
asiste a una iglesia lo llaman ‘mojigato’; si va al psicólogo es porque
está enfermo; si defiende sus principios es un ‘ególatra’ que solo piensa en él,
y si decidió tomar las riendas de su vida sin importarle la opinión del entorno
entonces se le augura un pésimo futuro.
Y así es como formamos una generación maltratada, insegura,
temerosa y con muchos monstruos
EN CONCLUSIÓN
Curso 29 es un documental que demuestra que independientemente del
objetivo, el camino para conseguirlo y vivir sus resultados plenamente debe ser
un camino asertivo, íntegro y lleno de felicidad. Me emociona pensar en el caso
de Juan Valero, quién tenía todas las capacidades mentales y físicas para ser
bombero pero que al final no lo logró porque no había desarrollado habilidades
motoras para la práctica de la labor. Valero le temía a las alturas, no era el
mejor a la hora de correr ni el más acuerpado del grupo, pero tenía algo que en
realidad me impactó y era una capacidad mental y de autoconocimiento que le
hacía decir cosas como “me tengo que preparar mentalmente para enfrentar este
reto” y ser gracioso y respetado por los de más jóvenes del grupo. Por
desgracia suya no pasó la convocatoria pero sí hizo algo que de seguro le
sirvió, enfrentó sus miedos y se reafirmó en su persona.
Detenerse en el tiempo y pensar en los jóvenes debe ser algo que hagamos todos los participantes de la familia social, no subestimarlos,
acogerlos, respetarlos y ayudarlos con sus temores hará que haya una promesa de
cambio de aquí a 10 años; porque, y en casos particulares que conozco, solo los
muchachos que se ponen por encima del sistema, piensan en su integridad y en
todo lo que ella encierra (salud, familia, relaciones sociales, autoestima,
autoconocimiento, creerse merecedor de amor y respeto, etc.) han logrado ser
felices, que es y deberá ser siempre, la razón por la que estamos en esta
tierra.
*Curso 29 es un documental colombiano disponible en Netflix.
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Por: David Parrado
@daveparrado