sábado, 12 de diciembre de 2015

Mi primer intento de vender en el centro (FALLIDO)

Antes de leer le aviso que es un escrito bastante “informal”

 “No los dejen pasar. Si nosotros no trabajamos pues ellos tampoco”


12 de diciembre, ya vísperas de la navidad y qué fecha más rayada para uno que está desempleado. Enviando hojas de vida como volantes de brujo en Teusaquillo y con la bandeja de Hotmail repleta de correos de Computrabajo que tienen asuntos como: “Han visto su hoja de vida”, “Están gestionando su hoja de vida”, o la más frustrante de todas: “Han descartado su hoja de vida”. Que bendita ansiedad la que le da a uno esa nueva “herramientica”.


Pero no es para poco lo que pasa en este lapsus laboral, uno aprende a tolerar la frustración, a aceptar la realidad, a dejar la pena, a tomar las cosas con lo que llamaré “ligereza responsable” y hasta dan ganas de estudiar. Capaz que en este periodo a la gente se le viene a la cabeza la idea más creativa, innovadora y productiva de todas. A mí no me ha pasado, pero ahí ando esperando –el desempleo también me volvió más positivo-.

Cositas como estas fueron las que NO vendimos.
“¿Y los regalos qué?” “¿Qué del pago del recibo del semestre?, así es como mi “otro yo” me motivó para irme a vender ropa al centro de Bogotá, frente al centro comercial El Gran San y al lado del llamado “Cartucho”. Pedí prestado un dinero a mi mamá y con el apoyo de mi prima nos madrugamos a la media noche para poder apartar un puesto en la calle.

Muy tiernos y muy majos compramos nuestra mercancía y cuando íbamos a ponernos a vender llegó la Policía. No dejaron vender a nadie, nada de nada, sólo las señoras y los señores de los tintos y el que vende las lonas para empaquetar grandes cantidades de cosas estaban trabajando.

Era la 1:30 de la madrugada y los vendedores informales –me refiero a los que venden su mercancía en la calle y no en locales o bodegas- estaban alebrestados. Pero con razón justa, no nos dejaron sacar la mercancía para venderla aunque si querían que la gente de los locales lo hiciera. ¡Pues ni para el uno ni para el otro!, los trabajadores se armaron de piedras y palos, y en manada golpeaban las puertas de los grandes locales, en los centros comerciales y en la calles, para que los cerraran y así nadie ganara platica este sábado. Yo no empuñé ningún palo ni piedra, solo estaba de chismoso dentro de la manada escuchando a la gente y lo que tenían para decir, también oliendo gases que pican la nariz y arden en los ojos.


“No los dejen pasar. Si nosotros no trabajamos pues ellos tampoco” gritaban. Crearon barreras humanas para que nadie entrara ni saliera de esa cuadra tan comercial en la que estábamos. Por mi parte continuaba de chismoso, tratando de proteger del suave golpe de un palo puntilloso a mi prima y escuchando lo que decían a gritos y entre ellos, los comerciantes.


Según entendí, el asunto es que la administración quiere erradicar el desempleo informal y los comerciantes que son “organizados” quieren quitar a la gente de las calles para de esta manera centralizar el comercio y ellos poder quedarse con todo el billete. Dijo un señor –gritó, realmente- que a un comerciante le habían pagado 10 millones de pesos para “limpiar la zona” de los vendedores. No sé exactamente a qué se refería con “limpiar la zona”, pero sé que no es algo que tenga que ver con agua y jabón Fab.


La Policía tenía la orden de poner a los vendedores en un sector específico quitándolos de la zona en la que algunos han estado trabajando más de 5 años. Pero de eso no se sabía hasta ese día, es decir que no se advirtió a la gente sobre la presunta migración, solo se llegó a volar de la que sabemos al zarzo.  

Al final llegaron los del Esmad, del Escuadrón Móvil Antidisturbios que usan trajes más negros que talón de indio, a derrumbar la resistencia. Eso habían gases y golpes para todos. El panorama entró en la llamada “tensa calma” y hasta ahí supe yo.


Así pasé el momento, echando chistes flojos, como los que escribo, protegiendo a mi prima y escuchando a la gente.


No sé por qué carajos ni de qué manera afecta a la economía de un país el hecho de que los índices del empleo informal estén a un solo punto de alcanzar los del empleo formal. Pero sé que a alguien no le gusta el asunto y no quiere que la gente trabaje. Como que les duele que existan familias que se levantan la plata de manera honrada para comprar un regalo, pagar un arriendo o en términos generales, para vivir.


Tampoco entiendo cómo es que con tanto consumo, que ya es cultura, a la voz de la integración asistan comerciantes que no quieran que otros hagan lo mismo. La competencia es sana, permite el crecimiento y para todos hay, no jodan.


Yo seguiré enviando mis hojas de vida por lotes a todas las empresas que me las pidan, y a las que no. Escribiendo sobre las cosas que me indignan, o las que no. Dando siempre otra perspectiva de las situaciones de manera responsable, e irresponsable. Tratando de vender ropa en el centro, o en donde sea. Y trabajando por ser mejor persona, siempre.


Les adjunto el link de una noticia de El Tiempo que habla sobre el crecimiento del empleo informal:



Si quiere ayudarme a conseguir empleo mire esto


Gracias por leer.


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